jueves, 5 de febrero de 2009

Se DeJa De QuErEr


Se deja de querer, y no se sabe por qué se deja de querer.

Es como abrir la mano y encontrarla vacía,

y no saber, de pronto, qué cosa se nos fue.

Se deja de querer, y es como un río

cuya corriente fresca ya no calma la sed;

como andar en otoño sobre las hojas secas

y pisar la hoja verde que no debió caer.

Se deja de querer, y es como el ciego

que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren;

o como quien despierta recordando un camino,

pero ya sólo sabe que regresó por él.

Se deja de querer como quien deja

de andar por una calle, sin razón, sin saber;

y es hallar un diamante brillando en el rocío,

y que, al recogerlo, se evapore también.

Se deja de querer, y es como un viaje

destinado a la sombra, sin seguir ni volver;

y es cortar una rosa para adornar la mesa,

y que el viento deshoje la flor en el mantel.

Se deja de querer, y es como un niño

que ve cómo naufragan sus barcos de papel;

o escribir en la arena la fecha de mañana

y que el mar se la lleve con el nombre de ayer.

Se deja de querer, y es como un libro

que, aún abierto hoja a hoja, quedó a medio leer;

y es como la sortija que se quitó del dedo,

y sólo así supimos que se marcó en la piel

Se deja de querer y no se sabe

por qué se deja de querer...

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